18 de diciembre de 2013

Grand Hotel, diálogo entre Preysing y Kringelein

Hace poco vi un clásico del cine, Grand Hotel, donde aparece Greta Garbo. Ni como actriz ni como personaje me interesó lo más mínimo la actriz sueca (juraría que no había visto nada antes de ella). Sobreactúa a tiempo completo, por más que su papel sea el de una diva del baile venida de Rusia. Sí me interesaron, en cambio, personajes como Preysing, un orgulloso empresario alemán que negocia la fusión de su compañía con otra, o como Kringelein, un humilde trabajador cuyo fatal destino se parece al de muchos autónomos españoles.

Este Grand Hotel berlinés de 1932 que retrata la película es asemejable, diría yo, a una suerte de Alan Faena en Buenos Aires, o al Ritz o al Villa Magna en Madrid, esto es, al típico hotel para artistas, futbolistas y ricos. Ahí, en un sitio como ese, aparece de repente un don nadie, Otto Kringelein, a quien le han diagnosticado que va morirse en unos pocos meses. Este buen hombre, trabajador fiel de la empresa que lidera el alemanote Preysing, ante la inminencia de la huesuda, decide invertir sus ahorros en pasarlo en grande en una suite. Así, al fin y al cabo, podrá presumir de haber dormido alguna vez en su vida en una habitación con baño.

El caso es que, al margen de las idas y venidas románticas alrededor de Greta Garbo, el director rodó una escena que destaca respecto del mero tono de entretenimiento del resto de la película. Se trata del encuentro entre el dueño de la empresa (Preysing) y su empleado (Kringelein) en el bar del hotel. Por supuesto, el segundo sabe quién es el primero, pero el jefazo no reconoce a su asalariado. A ver, si eres empleado de un bankio, tú sabes quién es Botín, Goirigolzarri, Blesa o González Rodríguez; pero ellos qué van a saber de ti...

La situación narrativa es interesante: Kringelein dilapida su dinero tomando exóticos combinados y convidando a los amigos allí presentes. Uno de ellos, un ladrón con cierto aire a Robin Hood y que va de conde ligón, le ha tomado cariño; así que le pide a una chica, Flaemmchen, que baile por favor con Kringelein, que es un pobre diablo y que bien merece una alegría antes de diñarla. Sin embargo, resulta que Flaemmchen es la secretaría temporal que Preysing ha contratado en Berlín para ayudarle con lo de la fusión...

En esto, Preysing, tras ver lo bonita que era su secretaria y agotado por las negociaciones para la fusión de su empresa, decide en su habitación que es el momento de lanzar a la basura veintitantos años de ejemplaridad matrimonial y laboral. Ha llegado el día de comportarse como tantos y tantos jefazos que conoce: él paga, él se cepilla a la secretaria. Según le ha enseñado la experiencia, es solo una cuestión de porcentaje, que diría Hitchcock, y por tanto depende de la generosidad (como parecen demostrar los consejeros que tenían IU y PSOE en Caja Madrid). En este caso alcanzará con unos vestidos, alojamiento en el hotel, un viaje a Manchester y una buena paga.

Cuando Preysing decide atacar a su secretaria, baja al bar. Allí se topa con Kringenlein, que ha comenzado a bailar con ella. Naturalmente, Preysing se comporta con la soberbia inherente a su posición social y cargo, y pide a Kringelein que deje de bailar con su secretaria...

Con esos datos, diría yo, queda contextualizado el siguiente diálogo que copio y pego de la transcripción que aparece en IMDB:

*

Otto Kringelein: Mr. Preysing, I am not taking orders from you here.

Preysing
: What is this insolence? Please go away.

Otto Kringelein
: You think you have free license to be insulting? Believe me, you have not. You think you're superior, but you're quite an ordinary man. Even if you did marry money, and people like me have got to slave for you for 320 marks a month!

Preysing
: Will you go away, please! You are annoying!

Flaemmchen
: Mr. Preysing, please!

Otto Kringelein
: You don't like to see me enjoying myself. When a man's working himself to death, that's what he's paid for. You don't care if a man can live on his wages or not.

Preysing
: You have a very regular scale of wages, and there's the sick fund for you.

Otto Kringelein
: [sarcastically] Oh, what a scale, and what a fund. When I was sick for four weeks, you wrote me a letter, telling me I'd be discharged if I was sick any longer. Did you write me that letter, or did you not?

Preysing
: I have no idea of the letters that I write, Mr. Kringelein. I know that you're here in the Grand Hotel, living like a lord. You are probably an embezzler.

Otto Kringelein
: [shocked] An embezzler?

Preysing
: Yes, an embezzler!

Otto Kringelein
: You will take that back, right here in the presence of this young lady! Who do you think you're talking to? You think I'm dirt? Well, if I'm dirt, you're a lot dirtier, Mr. Industrial Magnate Preysing!

Preysing
: You're discharged! Get out!

Flaemmchen
: You can't do that to him...

Preysing
: Oh, I don't know the man. I don't know what he wants. I never saw him before.

Otto Kringelein
: I know you! I've kept your books for you and I know all about you! If one of your employees was half as stupid in a small way as you are in a big way...

Preysing
: [lunges for Kringelein] What do you mean
[tries to strangle him. When several people try to break them up, he finally lets go]

Preysing
: You're discharged! You're discharged, you hear?

Otto Kringelein
: Wait! You can't discharge me. I am my own master for the first time in my life. You can't discharge me. I'm sick. I'm going to die, you understand? I'm going to die, and nobady can do anything to me anymore. Nothing can happen to me anymore. Before I can be discharged, I'll be dead!

[laughs proudly

*

Para ver algunas escenas de la película, hay que pasar por TCM. La película completa está aquí y, para localizar la escena transcrita, basta con ver del minuto 60 al 74.


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