1 de abril de 2013

Los ojos de la guerra, VV. AA.


(...) Una segunda tendencia, hoy dominante, es la aspiración del mundo entero a la democratización. La democracia se ha convertido en la solución del momento, el anhelo que todo lo domina, el modelo general. Hoy, incluso los partidos reaccionarios y chovinistas como el de Vladimir Zirinovski se llaman a sí mismos liberal-democráticos. Cuando yo viajaba por el mundo, hace veinte o treinta años, había dictaduras por doquier: dictaduras militares, dictaduras policiales, dictaduras de partido único gobernaban en América Latina, África, Asia y también en gran parte de Europa. Hoy este tipo de dictadura se ha vuelto ya extraño, una excepción, un anacronismo. Nadie aspira hoy a instaurar una dictadura semejante. Vemos y sentimos que su tiempo ha pasado. 
Pero donde la democracia se ha convertido en hecho, en forma dominante del sistema político, pronto se hace visible una importante circunstancia: la conexión entre democracia y cultura. La democracia es tanto más frágil, insuficiente y superficial cuanto más bajo es el nivel cultural de la sociedad. Un alto nivel cultural de la sociedad es condición para una democracia fuerte. Por eso, cuando alguien dice ser un defensor de la democracia, pero al mismo tiempo recorta los gastos en educación, ciencia y cultura, nos encontramos ante un absurdo que en lógica recibe el nombre de contradictio in adiecto, una contradicción en sí misma. Más aún, la ciencia y la cultura seguirán adquiriendo importancia, porque con el desarrollo general aumentará también la dependencia del hombre —y la calidad de su civilización— de la técnica, y por tanto también del estado de la ciencia y de las posibilidades intelectuales de la sociedad. Los criterios conforme a los cuales dividimos hoy a las sociedades en desarrolladas y subdesarrolladas ya no son las cantidades de acero producidas, sino el número de estudiantes y universidades.

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Fragmento extraído de «Cómo veo el mundo», de Ryszard Kapuscinski, recogido en el libro Los ojos de la guerra, cuya edición estuvo a cargo de Manuel Leguineche y Gervasio Sánchez.

PD. El artículo completo, aquí, en la revista Nexos. El original fue publicado en el n.º 54 de la revista Letra Internacional.

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