5 de julio de 2011

Un pistoletazo en medio de un concierto, Belén Gopegui


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Vuelvo entonces a la frase de Stendhal, la frase entera:
La política en una obra literaria es un pistoletazo en medio de un concierto, una cosa grosera y a la que, sin embargo, no se puede negar cierta atención. Vamos a hablar de cosas fuertes y vulgares que, por más de una razón, quisiéramos callar; pero nos vemos obligados a abordar acontecimientos que entran en nuestro terreno, puesto que tienen por teatro el corazón de los personajes.
Me interesa el final. Nos vemos obligados, dice Stendhal, a hablar de política, porque la política tiene por teatro el corazón de los personajes. Por lo general, incluso quienes quieren hablar de política lo ven al revés. Piensan que en la política como un paisaje, como parte del teatro, como telón de fondo de los movimientos que agitan el corazón de los personajes. Pero Stendhal insiste, y yo con él, en la política que ocurre dentro, aun sabiendo que no es posible separar lo de dentro de lo de fuera. Junto al conocido lema feminista de los años setenta «Lo personal es político», Stendhal nos permite recuperar su otra cara: lo que tiene de íntimo la política, como la conciencia, como las distintas explicaciones de por qué se hacen las cosas, como adquirir sentido del momento histórico.

En otras palabras: ¿a quién serviría que hubiera más novelas políticas, más novelas con personajes no mutilados, más novelas en donde quienes intentan transformar el rumbo de la historia no estuvieran abocados a un psiquismo delirante? Vamos a suponer, por un momento, que el capitalismo es como una de esas dictaduras orwellianas. Vamos a suponer que todo el mundo ha aceptado que es inevitable una cierta complicidad con el poder, a pesar de que se trate de un poder que está sembrando la tierra de muertes y daños evitables. Es fácil, me parece, saber a quién beneficia hoy que no haya historias de personas que no se resignan, que intentan salir y abren brechas, y a veces escapan, y entonces vuelven con más recursos para provocar motines y lograr que salgan todos.

Tenía que contestar a una pregunta: ¿por qué tratan las novelas del siglo XX de lo que tratan? Mi respuesta es que la verosimilitud ha sido secuestrada por los dueños del discurso dominante. Y demasiadas veces hemos caído en su trampa. Hemos creído que para construir nuestra visión bastaba con leer y escribir historias que no repitiesen lo que dicen ellos, pero que fueran creíbles según un parámetro, la verosimilitud, que imaginábamos hasta cierto punto imparcial u objetivo. Así es como la experiencia se ha ido ausentando de la novela, no por inexistente, sino por increíble. Pero el tiempo no se detiene; lo que empieza a ser increíble hoy es ese mundo demediado de seres sin capacidad de reacción. Y si aún no es increíble, yo, y muchos como yo, vamos a intentar que no lo sea.

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Un pistoletazo en medio de un concierto, Belén Gopegui.
Editorial Complutense (Madrid, 2008).
Páginas 40, 41 y 42.

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