13 de junio de 2011

Oigo girar los motores de la muerte, Roger Wolfe

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21. El cultivo de las relaciones literarias, que a corto plazo puede parecer o incluso resultar de utilidad, suele llevar aparejada la suscripción de tácitos pactos de no agresión que finalmente coartarán la libertad expresiva de cualquier verdadero escritor, cuya obra siempre exige una feroz independencia. Por eso los mediocres, que intuyen claramente este problema, fomentan con tanto ahínco el gregarismo y la endogamia.

37. Cuántos presumen de haber ganado carreras. Y qué pocos aclaran que ellos eran los únicos que corrían en ellas.

40. Cuando decimos que «cualquier tiempo pasado fue mejor», lo que realmente queremos decir es que cualquier tiempo pasado estaba más lejos de la muerte.

45. El anarquismo es igualado por muchos de sus destractores con el «pasotismo» y el abandono de las responsabilidades individuales, cuando lo cierto es que en un sistema auténticamente anarquista nadie podría decir «yo me lavo las manos»; si algo exige una anarquía es la participación directa de todos y cada uno de los inviduos que conforman la sociedad, sólo que en su propio nombre, y en el de nadie más. El llamado sistema democrático, sin embargo, se basa en todo lo contrario: la delegación, esa farsa en virtud de la cual los ciudadanos acceden a abdicar de su libertad personal a cambio de «tener la fiesta en paz». En último término, ser anarquista no significa otra cosa que poner en práctica la capacidad potencial de todo ser humano de pensar y actuar por sí mismo, algo que el ciudadano medio, que se rige por la ley del mínimo esfuerzo, no estaría dispuesto a hacer aunque pudiera. Y es esta última circunstancia la que han aprovechado históricamente los poderes políticos y económicos para perpetuarse, sustentados en un círculo vicioso de sofismas y medias verdades que gira en torno a la perniciosa idea del «bien común».

57. Según la famosa definición de Joseph Conrad, el objeto del escritor debe ser, por encima de todo, el de «hacer ver», y hacer ver es evidentemente importante; pero hacer pensar lo es todavía más.


Oigo girar los motores de la muerte, de Roger Wolfe.
DVD ediciones, colección Los 5 Elementos.

PD. Unas gotas más de Roger Wolfe, aquí.