14 de septiembre de 2008

John Gardner

Ando liado, entre otras cosas, con una mudanza de casa y editando el próximo n.º de Teína; así que tengo el blog manga por hombro. Lo sé, lo sé. Quería contar un par de cosas sobre Llamadas telefónicas, de Roberto Bolaño, que me decepcionó. Quería darle caña a Dostoievski, de quien leí Crimen y castigo (qué razón tienes Nabokov, qué razón), y que ni yo me explico cómo he llegado hasta el final de semejante mamotreto. Incluso me dije que iba a tirar unas líneas sobre los libros que leo en este instante: Una verdadera novela, de Philippe Sollers (memorias), Una propuesta imposible, de Javier Sáez de Ibarra (cuentos) y El androide y las quimeras, de Ignacio Padilla (cuentos). Como se ve, lo mío es inflarme de buenas intenciones; sin embargo, escasea el tiempo y abundan las tareas. En fin, que ya llegará el momento de recobrar el ritmo bloguero.

Entre tanto, me hago un huequito para rescatar otros ocho subrayados de Para ser novelista, que sin parecerme una maravilla es un libro que me hace pensar sobre el oficio y posicionarme a favor o en contra de lo que comenta Gardner. Y me gusta eso de pelearme con los autores que leo. Aquí van mis notas (los títulos son míos, claro).

01 :: Una cuestión de orfebrería y agudeza
El detalle es la savia de la ficción literaria.

02 :: Fidelidad a uno mismo
A las imitaciones literarias les falta lo que se espera de toda buena literatura: la visión propia del autor.

03 :: Show, don’t tell (I)
[Un buen escritor] en lugar de escribir: «Se encontraba fatal», es capaz de comunicar —por medio de un ademán, una mirada o poniendo en boca del personaje determinado giro— los más sutiles matices del comportamiento de éste. Cuanto más abstracto es un escrito, menos vívido es el sueño a que da lugar en la mente del lector. Hay mil maneras de estar triste, feliz, aburrido o malhumorado, y el adjetivo abstracto no dice casi nada. El ademán preciso, sin embargo, refleja con toda exactitud el único sentimiento que corresponde al momento.

04 :: Show, don’t tell (II)
No es difícil darse cuenta de que lo abstracto rara vez es tan eficaz como lo concreto. «Se disgustó» no está tan bien como, incluso: «Desvió la mirada.»

05 :: El texto contiene todas las respuestas
La buena narrativa origina en la mente del lector un sueño vívido y continuo. Es «generosa» en el sentido de que es completa y autónoma: responde, explícita o implícitamente, cualquier pregunta razonable que el lector se pueda plantear.

06 :: Inventar, no filosofar
El deseo de dar lecciones morales a la gente es contrario a los más nobles impulsos de la ficción literaria.

07 :: Leer críticamente
El joven escritor debe leer tratando de averiguar cómo lo hace el autor para crear los efectos que consigue, de captar sus procedimientos, incluso pensando qué habría hecho él en la misma situación y si su manera de hacerlo habría dado mejor o peor resultado y por qué. Tiene que leer con la misma actitud que el arquitecto novel al mirar un edificio, que el estudiante de medicina al presenciar una operación, con devoción y espíritu crítico al mismo tiempo, deseando aprender de un maestro y atento a cualquier error posible.

08 :: Paciencia, paciencia y más paciencia
Según mi propia experiencia, no hay nada más duro para el aprendiz de escritor que superar la ansiedad que le produce pensar que se está engañando a sí mismo y tomando el pelo a su familia y a sus amigos o haciendo que se avergüencen de él. Para la mayoría de la gente, incluso para quienes no leen excesivamente, el ser escritor tiene algo especial y vagamente mágico, y les cuesta creer que alguien a quien conocen personalmente —y bastante corriente en muchos aspectos— pueda serlo. Suelen sentir por el joven escritor una mezcla de cariñosa admiración y de lástima, ya que les parece que el pobre es un inadaptado. Que yo sepa, ninguna actividad humana requiere más tiempo que escribir, y es muy raro que alguien llegue a ser un escritor de renombre sin pasar varias horas al día sentado ante la máquina.

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