6 de agosto de 2008

Visto para sentencia, Rafael Reig

Ya tengo libro del verano, el Mr Camiseta Mojada de la literatura, vamos: Visto para sentencia, de Rafael Reig. Empecé a leerlo el lunes y a día de hoy ya me he despachado unas 160 páginas de las 271 que tiene, y no paro de reírme. Y tampoco de tomarme cafés y cervezas, según la hora del día y mis responsabilidades laborales, para acompañar una lectura tan entretenida. Si algún literato en ciernes, consagrado o por consagrar no sabe con qué distraerse en el chiringuito de la playa, en el viaje en tren hacia las montañas de Heidi o en la consulta del dentista de guardia, este es su libro. De verdad: qué jartá a reír.

Visto para sentencia recopila los artículos que Reig publicó en El Cultural, el suplemento de El Mundo. En ellos, a modo de juicio sumario, pasaba revista a la actualidad literaria, redactaba las diligencias oportunas y dictaba sentencia contra cuanto escritor, intelectual o institución pública se le pusiese a tiro, sin importar sexo, edad, religión o país de procedencia.

Eso sí, tiraba a dar con nombres y apellidos, sin abstractas apelaciones a confabulaciones en la sombra y demás estrategias de lanzar la piedra y esconder la mano tan habituales en este quejumbroso gremio, donde si criticas a Bernardo Atxaga te echan de El País, como le pasó Ignacio Echevarría. En fin, que Reig reparte estopa —y mucha—; pero la jerigonza y el lenguaje hiperbólico son un dato secundario frente a lo genial del libro: ¡el autor argumenta por qué no le gusta lo que no le gusta...!

Sí, damas y caballeros: Reig va y dice no me gusta Javier Marías por esto, por esto y por esto, ídem con Fernando Vallejo o con César Vidal... Y lo hace en un suplemento cultural de tirada nacional.

Olé.

Bueno, bueno, como se ve hay mucho para contar del libro; así que ya prepararé algún mensaje más; de momento, me contento con subrayar otra anormalidad de Visto para sentencia: es un libro de crítica literaria donde, además de aprender, te diviertes. Es más: como no tengas cuidado, terminas escupiendo el brebaje que estés trasegando contra las hojas del libro.

¿Que por qué? Pues es que resulta que Juan Cruz está acusado de «grave delito de conspiración periodística para abolir la cultura» por sus condescendientes y aduladoras entrevistas a John Berger o a Pérez Reverte. Alessandro Baricco es considerado autor de «estragos sensibleros» y se le imputa que su novela Seda es «tan almibarada que desencadena la diabetes intelectual». Y Carlos Fuentes, Juan Goytisolo o Tomás Eloy Martínez, que tanto gustan ir de notables prohombres de las letras por la vida, reciben acertadísimos tirones de orejas por querer puntuar en todos los kioscos culturales con tal de seguir ganando premios prestigiosos.

Y es que por recibir, reciben hasta las agencias literarias, que parecen ser un flagrante caso de «discriminación laboral» donde cabría aplicar la «ley para la igualdad» porque, al fin y al cabo, en España «la inmensa mayoría están exclusivamente a cargo de mujeres». Es decir: las Antonia Kerrigan, Carmen Balcells, Silvia Bastos, Ángeles Martín y así un largo etcétera.

Vamos, imperdible como tinto de verano o caña al paso este Visto para sentencia. Ya digo: ideal para el piscolabis.

Seguiré informando.

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Visto para sentencia, Rafael Reig.
Caballo de Troya, Madrid 2008.

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